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Sunday 22 August 2010

Jeremías: ¿Nacionalista religioso o político pacifista?:Profetas y profecías-Segunda entrega - Michael Telias

Jeremías: ¿Nacionalista religioso o político pacifista?:Profetas y profecías-Segunda entrega

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En la anterior y primera entrega de esta serie sobre profetas, comenzamos a investigar las páginas del libro de Jeremías, muy superficialmente por ahora, ya que nuestro principal objetivo era entender el escenario en el cual los eventos descritos en el mismo se suceden. En esta segunda entrega nos introduciremos más profundamente en los contenidos básicos del libro de Jeremías, sus significados y mensajes.


Generalidades y división
El libro de Jeremías está divido por los académicos investigadores de la Biblia en cuatro secciones, esta división se basa en el contenido mismo del texto.

Los capítulos I a XXVI son conocidos como las "profecías catastróficas" (en los cuales nos concentraremos). Los capítulos entre el XXVII y el XXXV son llamados las "profecías de consuelo". Entre el capítulo XXXVI y el XLV encontramos las "profecías biográficas", conteniendo datos de la vida del profeta mismo. Los capítulos finales, del XLVI al LI, son llamados "las profecías a los gentiles".

Esta división es notable en otros profetas, aunque puede variar tanto en calidad como en cantidad. En algunos de los libros de los profetas menores encontramos tres, dos o una sección de las cuatro posibles, el orden de las mismas no es el mismo al orden presentado en el libro de Jeremías, etc.

Para finalizar, observaremos, sin entrar en detalles, que el último capítulo (LII) no pertenece a ninguna de las anteriores secciones, siendo éste un apéndice derivado en realidad del libro de Reyes, posterior a la época histórica de Jeremías, e introducido en el libro por motivos políticos y religiosos que corresponden a las primeras épocas del Segundo Templo. Más aún, debe tomar en cuenta el lector, que este análisis se refiere a la versión tradicional hebrea canónica ("Mesorá"), y no a la septuaquinta, la cual contiene diferencias leves. Asimismo, de más está decir que la versión de los Egeos de Jeremías, el libro de Jeremías encontrado en Qumrán, posee muchas diferencias, sustanciales, con el canon oficial.

Capítulos I a XXVI
Estos primeros, y por demás fascinantes, capítulos contienen la introducción del lector al personaje principal, el profeta Jeremías, y a su misión y objetivo. Desde el principio Jeremías se establece como un profeta moralista.

La visión clásica de los profetas de Israel es, en realidad, la visión de Jeremías: las catástrofes, males y dolores que azotan al pueblo de Dios son consecuencia directa del abandono de Dios.

"Abandono de Dios" es un término complicado, que puede ser fácilmente rebajado a un análisis superfluo. Por un lado, el mismo se refiere a la visión religiosa básica y aceptada de pecado y castigo. Si el pueblo hace el mal ante los ojos de Dios, Él lo castigará introduciendo pestes y guerras, hambre y sequía, muerte y desamparo. De la misma manera que Dios castiga al Faraón y a los egipcios durante la travesía épica de Moisés, Dios puede y de facto castiga a su "pueblo elegido" por todo comportamiento que va en contra de sus preceptos.

Esta visión existe hasta nuestros días. El famoso Billy Graham dijo en los años noventa que la plaga del SIDA era un castigo de Dios contra una sociedad llena de inmoralidad, como ser, en su visión, la homosexualidad. Los terroristas de Al-Qaida (y todos los musulmanes extremistas) se ven a sí mismos como la mano de Dios, ejecutando un castigo divino que tiene como objetivo eliminar a los herejes que no van por la senda de Dios.

Hace pocos días un grupo de rabinos israelíes ultra-ortodoxos envió una carta al Presidente Bush, diciendo que el huracán Katerina, que casi destruyó completamente la cuidad de New Orleans, fue un castigo divino ya que el gobierno de Bush apoyó la retirada israelí de la Franja de Gaza y el evacuación de 7500 colonos judíos (el plan de retirada de Gaza fue efectuado entre el 15 y el 23 de Agosto de 2005, el huracán Katerina azotó a New Orleans el día 29 de Agosto).

Permítame el lector expresar aquí mi visión personal del asunto en discusión: Está claro, que pensamientos de este tipo son de un corte extremista inaceptable. Más aún, son un insulto a la inteligencia humana. Huracanes ha habido y habrán siempre, generalmente en la misma época del año, ya que son un fenómeno cíclico. Atribuir cualidades divinas a catástrofes naturales o enfermedades es el grado más alto de hipocresía e ignorancia. Justificar la matanza de inocentes, el sufrimiento de poblaciones enteras, la agonía de millones, en Dios y en pecados terrenales, es un crimen, el verdadero crimen que debe ser castigado. Los huracanes anteriores que azotaron a USA, ¿fueron un castigo por cuál pecado? ¿Cuál es la tarifa, pecados grandes, catástrofes grandes? Aún si la homosexualidad fuera un pecado (estatuto infame), la mayor parte del mundo que sufre de SIDA es africana, la inmensa mayoría heterosexuales, ¿cuál es su pecado, por el cual sufren tremendo castigo? Entonces, que estoy queriendo decir, ¿que Jeremías era un extremista religioso fuera de sus cabales, ya que es citado por estos fundamentalistas de forma constante? La respuesta es no, en absoluto.

Las ideas expresadas en el libro de Jeremías pueden ser fácilmente confundidas y por lo tanto entendidas como simple fanatismo ciego. Un análisis más profundo revela el significado oculto de estas profecías catastróficas. La primera es etiológica. En un mundo donde todo es obra directa de Dios, también lo son las catástrofes naturales y las catástrofes humanas (como ser la guerra). A posteriori, en un vistazo furtivo al pasado, tratando de entender el presente y contemplando al futuro incierto, muchos autores antiguos situaban las razones y causas de tales catástrofes en eventos históricos, con el objetivo de eliminar toda posibilidad de que vuelvan a suceder, para bien de la humanidad misma.

El libro de Jeremías fue editado y re-editado varias veces, partes del mismo fueron introducidas tardíamente pero atribuidas a un tiempo previo al evento en sí. Véase Jeremías capítulo XXI donde se relata del futuro ataque a Jerusalén por parte del Imperio Babilónico. Esta profecía puede ser entendida de dos maneras. La primera es que, ya pasado el evento histórico, autores posteriores introdujeron este pasaje, para "demostrar" la veracidad de las profecías de Jeremías. La otra posibilidad (la que en mi parecer es la más adecuada), es que Jeremías sabía leer el mapa geopolítico de la zona, y entendía que un ataque a Jerusalén era inminente. Lo más importante es el nivel moral y ético de sus pensamientos y profecías.

En todo momento, Jeremías se refiere a la falta de fe, la falta de ideología en términos modernos, que azota a Judea y que en su visión, como persona religiosa y sumamente celosa de los preceptos religiosos, es la causa verdadera de tales tragedias. Esta es la segunda opción de exégesis de estas profecías, en contraste con la teoría etiológica. Esta visión es filosófica y pragmática a la vez. El arrepentimiento, la vuelta a la fe, a la ideología original, puede salvar al pueblo, o por lo menos aminorar el daño. Más allá de los daños físicos y materiales, Jeremías habla también de los daños espirituales, o en otras palabras, de la dignidad humana. Aceptar la responsabilidad por el "abandono de Dios", aceptar la responsabilidad de haber elegido el mal camino, más allá de las consecuencias, sin esperar un premio o una recompensa. Algunos ejemplos claves de las profecías de catástrofe pueden ser encontrados en II, 9; II 19; IV, 27-28; VI, 6; VIII, 9-12; XI, 11-13; XVIII, 1-8, entre otros.

De Jeremías a la Hagada de Pesaj
Dentro de este marco, de azotes morales al pueblo judío, por sus pecados contra Dios, existe un pasaje que es imposible de obviar y que requiere especial atención:

ùôê çîúê òì äâåéí àùø ìà éãòåê åòì îùôçåú àùø áùîê ìà ÷øàå ëé àëìå àú éò÷á åàëìäå åàú ðåäå äùîå

"Derrama tu ira sobre las naciones que no te conocen, y sobre las familias que no invocan tu nombre, porque han devorado a Jacob. Sí, le han devorado y consumido, y han dejado desolada su habitación.", Jeremías X, 25.

Debemos recordar que otra versión del mismo versículo se encuentra en el libro de los Salmos, capítulo LXXIX, versículos 6 y 7. La única diferencia es que en Salmos en lugar de decir "familias" (mishpajot – îùôçåú), está escrito "reinos" (mamlajot – îîìëåú).

Esta famosa frase es una nota clave en la sinfonía del Seder de Pesaj, donde se clama por el castigo de los no judíos, de los gentiles. Ha sido catalogada como una frase racista por muchos, y esa es la impresión que da cuando uno la lee así, sin contexto y sin investigación previa. Jeremías está parafraseando los Salmos (al parecer esa sería la dirección correcta y no la opuesta, ya que los Salmos son supuestamente anteriores a Jeremías), apuntando los dardos hacia el lado del Imperio Babilónico y de su inminente conquista de Jerusalén. Esto es un tanto incoherente, a simple vista, ya que en la visión de la profecía, los babilonios son simples piezas de ajedrez en manos de Dios, sirviendo su deseo divino de castigar a Judea por sus pecados. Sin embargo, puede también entenderse de otras maneras. Por ejemplo, podemos entender que en la visión filosófica de Jeremías, coherente con la filosofía judía tradicional, si bien Dios es omnipotente y omnisciente, el hombre preserva su libre albedrío y su poder de decisión, por lo tanto, la crueldad del ataque de los babilonios no debe ser olvidada, y en palabras de Jeremías, inclusive debe ser castigada, la categorización de los mismos como herejes ("no te conocen..."), simplemente fortalece la idea. Otra visión de esta dura frase puede ser que Jeremías no se está dirigiendo a los babilonios exclusivamente, sino a todas las potencias de la época, que en sus juegos de poder derraman la sangre de pueblos y naciones pequeños, que se ven víctimas de un conflicto ajeno.

Como fue explicado en la primera entrega de esta serie, el avance babilónico hacia el Occidente tenía como objetivo la conquista de Egipto y la destrucción completa de Asiría. Sea como sea, esta frase resalta otro aspecto de la personalidad de Jeremías, el nacionalismo.

En general, en todas sus profecías, Jeremías se perfila como un gran patriota, él ama al pueblo judío, su pueblo, y es por eso que denuncia las maldades y corrupciones de los reyes de Judea y las herejías de sus seguidores. Este elemento es por demás notable, en el hecho de que Jeremías profetiza tanto para Judea como para Efraín (lo que quedaba del antiguo reino de Israel). Para Jeremías, ser patriota, ser nacionalista, significa ser responsable, confesar que hemos cometido un error (o varios) y aceptar el castigo que nos merecemos. Esta visión le trajo, como es de suponer, muchos problemas...

¿Mártir o traidor?
La visión moralista de Jeremías se suma a su imperiosa necesidad de hablar, de decir, de denunciar y a sus ideas políticas que se oponían a la gran mayoría. Estos son los ingredientes para una vida miserable, llena de dolor y pérdida personal.

El profeta no escatima en detalles, en cuanto a su depresión y frustración, véase XV, 10; XX, 9 y14. Sin embargo, en otros pasajes se muestra el lado optimista de su misión, el sentimiento de elevación y satisfacción de saber que está en lo correcto: XV, 16-17. Varias veces la vida de Jeremías estuvo en peligro.

En la época del Rey Yehoyakim, Jeremías profetizó a la entrada del Templo y casi fue asesinado por la gente en el lugar (XXVI, 7-16). Durante la época del Rey Tzidkyahu, los atrincherados en Jerusalén no podían soportar más los sermones obstinados de Jeremías y exigieron que se le matara (XXXVIII, 4). Para Jeremías la invasión babilónica es inevitable, está orquestada por Dios de principio a fin, por lo tanto, durante los días de sitio, se pasa sermoneando a los soldados de Jerusalén, profetizando que morirán o caerán como esclavos, sino se arrepienten de sus pecados, y que la ciudad, pase lo que pase, será destruida. Esto desmoralizaba a los soldados, los jefes del ejército declaran a Jeremías traidor y lo ponen tras rejas (ver capítulo XXXVIII). Como si esto fuera poco, tras la conquista de Jerusalén, los babilonios no deportan a Jeremías con el resto, ya que lo ven como una figura mediadora, una especie de moderador y hasta cooperador. Esto solamente logra reforzar la imagen de traidor de Jeremías en ojos del pueblo. El apoyo de Jeremías a Guedaliahu es la gota que derrama el vaso en este sentido. Pero Jeremías no solamente que no se ve a sí mismo como traidor, sino todo lo contrario. Él es un mártir, un mártir religioso y político. Político, ya que su sufrimiento es causa de sus ideas políticas que chocan con las ideas de la clase dominante, y por lo tanto es encarcelado y maltratado. Religioso, porque no todos los que piensan diferente, lo dicen, lo manifiestan. Jeremías lo hace porque así cumple la misión que Dios le encomendó, no puede escapar, aunque quiera, a su trágico destino, aunque deba pagar el precio más alto de todos.

La visión moralista de Jeremías no tiene parangón en la literatura judía antigua ni en la literatura universal. Su trágica vida, su sufrimiento y su sentido de la responsabilidad conforman un cuento fascinante, complejo y triste.

Estas dos entregas han sido solamente un disparador, una forma de excitar el interés intelectual del lector, para que éste abra el libro de Jeremías y se deleite con sus profecías y pensamientos.

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