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Friday, 27 February 2009

JUDAÍSMO HUMANISTA:Breve recorrido

JUDAÍSMO HUMANISTA:
Breve recorrido por algunas fuentes

El contenido de este material es un breve recorrido a través de algunos de los distintos versículos de diversas fuentes del judaísmo que prescriben acerca de temas fundamentales de las relaciones humanas.

Justicia (Tzedek)

Éxodo 20:17 – “No darás testimonio falso contra tu prójimo.”
Éxodo 23:1-3 – “No levantes testimonio falso, ni ayudes al malvado dando testimonio injusto. No sigas a la mayoría para hacer el mal; ni te inclines en un proceso por la mayoría en contra de la justicia. Tampoco favorecerás al pobre en su pleito.”
Levítico 19:15 – “Siendo juez no hagas injusticia, ni por favor del pobre, ni por respeto al grande: con justicia juzgarás a tu prójimo.”
Deuteronomio 16:19-20 – “No torcerás el derecho, no harás acepción de personas, no aceptarás soborno, porque el soborno cierra los ojos de los sabios y corrompe los corazones de los justos. Justicia, sólo justicia has de buscar, para que vivas y poseas la tierra que Adonai tu dios te da.”

Justicia y justicia social (Tzedek + Tzedaká[1])

Isaías 1:17 – “Aprended a hacer el bien, buscad lo justo, dad sus derechos al oprimido, haced justicia al huérfano, abogad por la viuda.”
Isaías 11:3-5 – “No juzgará por las apariencias ni sentenciará de oídas. Juzgará con justicia a los débiles y sentenciará con rectitud a los pobres de la Tierra.”

Justicia social (Tzedaká)

“Y el arrepentimiento, la oración y tzedaká atenúan la severidad de nuestro veredicto.” Del Majzor.
(Esto refiere a las tres formas que el hombre puede relacionarse con el mundo:
a través de la Teshuvá -traducido como arrepentimiento pero que en realidad significa volver sobre uno mismo-, que implica la relación del hombre consigo mismo.
a través de la Tefilá –traducido como oración-, que implica la relación del hombre con dios.
a través de la Tzedaká, que implica la relación del hombre con su prójimo, que es la más relevante de las tres.

“Sobre tres pilares se mantiene el mundo: sobre la Torá, sobre el amor y sobre las idea de que las buenas acciones son recompensadas –guemilut jasadim-.”
“El hombre poseedor de las virtudes siguientes, goza de su realización en la vida terrena, mientras que su acción perdura hasta la eternidad: el respeto a los padres, guemilut jasadim, la concurrencia a las casas de estudio, la hospitalidad (hachnasat horchim), la visita a los enfermos (bikur cholim), la asistencia a las desposadas necesitadas (hachnasat kalá), el acompañamiento de los difuntos, la concentración durante la oración, el fomentar la paz entre un hombre y su prójimo.” (Del Sidur)

Siempre hubo ricos y pobres. Si el rico tiene la posibilidad de vivir dignamente, es su deber compartir algo de sus posesiones con aquellos que no fueron tan afortunados. Es por eso que en la Torá existen numerosas fuentes que prescriben explícitamente que debe hacerse tzedaká con el huérfano, la viuda, el pobre y el extranjero.
En el libro de Rut, se cuenta la historia de una joven mujer moabita que queda viuda y decide acompañar a su suegra, Noemí, mujer perteneciente a las tribus de Israel, en su retorno a su hogar. Rut, al llegar a Israel, califica como todas esas categorías: es huérfana, quedó viuda, es muy pobre y es moabita, por lo tanto extranjera. En este libro se practican diversas formas de hacer tzedaká, prescriptas en Levítico 19:9:
“Cuando cosechéis la mies de vuestra tierra, no siegues hasta el borde de tu campo (pehá), ni espigues los restos de tu mies. Tampoco harás rebusco de tu viña (shijechá), ni recogerás de tu huerto los frutos caídos (leket); los dejarás para el pobre y el forastero.”

Luego, las personas ricas no fueron sólo aquellas propietarias de campo, y la propiedad de tierras no fue un bien tan común. Rabí Iosef Caro, en el siglo XV, publicó una sistematización de las mitzvot (preceptos) de la tzedaká en ocho niveles progresivos. Esto le da a las modalidades de tzedaká una forma más actual, practicable en nuestros días:
1) El nivel más alto es cuando un hombre da a otro un regalo, un préstamo, lo transforma en su socio o le encuentra trabajo para fortalecerlo y que no necesite a otras personas.
2) Por debajo de él, aquél que hace tzedaká con un pobre, el que da no sabe a quién le dio, el que recibe no sabe de quién recibió. Cerca de eso está quien contribuye con un fondo común para tzedaká, siempre y cuando sepa que el responsable de ese fondo es confiable y lo administrará adecuadamente.
3) Por debajo de él, aquél que hace tzedaká con un pobre, si bien él sabe a quién le da, el que recibe no sabe quién fue su benefactor.
4) Por debajo de él, aquél que hace tzedaká con un pobre sin saber a quién le dio, y el que recibió sí sabe quién fue su benefactor.
5) Por debajo de él, aquél que hace tzedaká con un pobre antes de que éste se lo pida.
6) Por debajo de él, aquél que hace tzedaká con un pobre después de que éste se lo pida.
7) Por debajo de él, aquél que hace tzedaká con un pobre, pero menos de lo que corresponde aunque con gusto y buena predisposición.
8) Por debajo de él, aquél que hace tzedaká con tristeza o dolor por haber entregado parte de lo propio.







¿Cuál es la función del hombre?

“Y creó Dios al hombre a Su imagen. A imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. (Génesis, 1:27)
El versículo repite tres veces la cualidad que distingue al hombre de toda otra criatura: su creación “a imagen de Dios”. Es el origen de la dignidad, de la grandeza y de la responsabilidad del hombre.
En la Mishná, tratado Sanedrín IV:5, esta escrito: “Esa es la razón que el hombre fue creado en forma unipersonal para enseñarnos que quien destruye a una sola persona, la Torá lo considera como si destruyese a un mundo entero. Y que aquél que salva a una sola persona, la Torá lo considera salvador de todo un mundo.”
Desde su aparición en el mundo ese hombre, creado a la imagen de Dios, fue objeto de una bendición y le fue confiada una misión.
“Y los bendijo y les dijo Dios: ‘Sed fecundos y multiplicaos y llenad la tierra y sometedla; y tened dominio sobre los peces del mar y sobre las aves del cielo, y sobre todo animal que se mueve sobre la tierra’.” (Génesis, 1:28)
La conquista en cuestión no es la conquista de lo perteneciente al prójimo; no es destructora, exterminadora, sino que es actividad constructora y perfeccionadora del mundo; es el sometimiento de las fuerzas de la naturaleza; la domesticación de los animales, el cultivo de los vegetales, y el aprovechamiento de los tesoros naturales.
(Extraído de “A la imagen de Dios”, en Reflexiones sobre la parashá, N. Leibovitz)

“Y conquistadla”: el hombre debe saber utilizar los recursos naturales, para lograr su cometido. Sin embargo el patrimonio obtenido gracias al trabajo del hombre, deberá ser usado en beneficio del hogar y del desarrollo de la sociedad en su totalidad. Toda la vida del hombre está supeditada a al cumplimiento de su misión: su vida familiar y su rol de ciudadano responsable en la sociedad. (Hirsh)
[1] La palabra Tzedaká no tiene un equivalente exacto en castellano que realmente exprese su contenido. Utilizamos justicia social como forma de extraer la raíz de la palabra (tzedek) y darle un significado aproximado.

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